sábado, 18 de junio de 2016

JUZGANDO AL DESTINO

Un pueblo se avistaba en las colinas de aquellas montañas nevadas, las casa con sus tejados blanquecinos por la nieve caída se convertían en regueros de agua al despuntar los primeros rayos del sol primaveral de aquella estación que se avecinaba.
Marcial y Ana, vivían en una de aquellas casas que vistas desde lo lejos parecían un gran helado de nata. Eran hermanos vivían solos después de la muerte de sus padres, sus aficiones eran completamente diferentes, aunque sus destinos siempre estarían unidos gracias al cariño que sus mismos padres les habían inculcado mientras vivieron juntos.
Marcial estudio su carrera en la gran ciudad, Ana nunca quiso hacerlo prefirió trabajar y quiso ser una ama de casa, tener hijos y formar un hogar.
Pero cuando la vida da la vuelta a todo lo que intentas hacer, es cuando el destino cambia todo el contenido de la misma.
Aquel día el resplandor del amanecer les despertó, nunca aquella claridad les había obligado a abrir los ojos como aquella mañana, parecía algo sobrehumano y se encontraron preguntándose lo que podía ser en el salón de la casa.
Por diversas circunstancias ninguno de los dos hermanos había llegado a lograr sus objetivos en la vida, pero algo ocurriría que cambiaría para siempre el curso de la de ambos.
Salieron extrañados a contemplar dicha luz cuando delante de ellos dos hombres trajeados les esperaban, pudiera ser que para darles advertencias de aquel espectacular lienzo pintado de luces ante sus ojos.
Los hombres eran los directivos de una compañía de seguros especializada en permitir que después de firmar ciertas clausulas, recogían a todos aquellos que durante mucho tiempo habían juzgado sus vidas, ellos eran dos de los elegidos y tan solo tenían veinticuatro horas para decidirse.
Allí mismo delante de su casa los hombres trajeados se despidieron de los hermanos, aconsejándoles que entraran en la casa y comenzaran con su deliberante decisión.
Hasta después de esas horas de espera no llegarían los que verdaderamente les conducirían a un mundo mejor y donde podrían puede que tal vez hacer lo que realmente querían hacer con el tiempo de vida que les quedaba.
Esas fueron las explicaciones que aquellos hombres dieron a Marcial y a Ana, deberían encauzar sus ideas para su bien, no optar por el camino mas fácil de desaparecer, dejarlo todo, partiendo de allí, aunque parte del comunicado era una alentadora propuesta, que bien hubieran podido hacer años antes.
Lo primero que Ana argumento a su hermano Marcial fueron esas palabras, ya que su hermano estaba decidido a firmar dicho contrato y desaparecer del pueblo.
Cuando lo que ella no quería hacer era eso mismo, pensaba y decía que si no lo había logrado antes ahora cuando ya la vida esta en su recta final lo debía de hacer.

Ana estaba enferma y siempre que había comenzado algo para sentirse realizada había sido truncado por la enfermedad, así que había perdido todas las esperanzas en que fuese así en ocasiones venideras.
Marcial pensaba de diferente forma, era mas optimista mas crédulo en el destino y pensaba que algún día le llegaría el momento de ver su sueño hecho realidad y pensó que con aquel contrato lo pudiera ver realizado.
Aquel amanecer los despertó a los dos de igual forma, no como la vida les había tratado pero en aquel momento los dos disfrutaron como el resto de los habitantes del pueblo de su belleza y luminosidad.
Sentados los dos allí donde siempre lo habían hecho junto a sus padres, los hermanos hablaban de las condiciones que los misteriosos hombres les habían dado para pensarse el seguro de vida.
Uno de los apartados daba miedo al leerlo a la mujer, trataba de estar trabajando con ellos un año entero haciendo aquello que la persona que se comprometiera le gustara y fuese su afición mas preciada y con lo que mas disfrutara.
Era tentadora la opción pero ella pensaba que no lo podría realizar debido a su enfermedad, por lo que su hermano le hacia ver que si firmaba aquel contrato y se comprometía a ello, pero solo podía hacer lo que mas le gustaba que era dibujar solo medio año habría realizado su sueño a medias pero lo habría hecho y ya nadie le diría que era una fracasada y ella misma se sentiría bien de haberlo hecho, su enfermedad no debía de mantenerla nunca lejos de lo que la hacia sentirse bien con ella misma y a la vez con su vida.
El estaba dispuesto a lanzarse a la piscina y cumplir su sueño de años que era el de escribir, firmaría aquel contrato y lo que pasara después le traía sin cuidado pensaba siempre que no hay que perder ni una oportunidad que te brinda la vida y que aquella era la mejor, que un año son 365 días y que en el pueden ocurrir muchas cosas tantas que hay que vivirlos todos con el mayor entusiasmo posible que lo que esta hecho jamas se puede borrar por el mero hecho de estar realizado.
El destino se había puesto en tela de juicio para ellos dos y después de vivir tantas cosas que les habían ocurrido ya era hora de que viviesen los años que les quedaban haciendo lo que a ellos mismos les gustaba hacer.
Marcial y Ana siguieron debatiendo lo que el destino les había puesto en el camino sin ponerse de acuerdo cuando ya la tarde llego y volvieron asomarse a la ventana viendo que el atardecer también les resultaba diferente.
Era el mismo que todos los días pero a ellos les parecía totalmente distinto pero no por que así lo fuese si no por la esperanzadora noticia que habían recibido horas antes de poder cambiar su vida a un rumbo que a ellos les satisficiera mas.
Viendo que la noche estrellada pese a las nubes que querían ocultarlas se cerraba, volvieron a sentarse debían de tomar una decisión y como en un juicio comenzaron a defender y acusar sus años pasados para llegar a un veredicto, el día comenzaría a despuntar pronto teniendo que dar una respuesta aquellos hombres cuando volviesen.


Marcial mas que acusar defendía su vida ya que esto ultimo que haría seria la culminación de ella.
Ana al contrario, la juzgaba acusándola de haberla hecho enfermar en su juventud y ahora mas mayor no poder deshacerse de ella, la tendría de por vida.
Al fin y al cabo los dos estaban vivos y tenían la gran suerte de poder tomar decisiones sobre ella.
Los dos hermanos quedaron dormidos en aquel sofá soñando cada uno de ellos lo que seria su vida si al final firmaban aquel contrato que les permitiría realizar lo que a ambos mas les gustaba en la vida.
Volvió amanecer el mismo resplandor les despertó como lo hizo la mañana antes, era una luz cegadora como celestial pero esta vez no aparecieron aquellos hombres, ni entonces ni horas después.
Marcial y Ana se preguntaron mutuamente que habían decidido pero al ver que los hombres que debían traer el contrato no aparecían decidieron guardar para ellos cada uno su respuesta.
Cuando la de los dos era que no hubieran firmado el contrato, que al despertar y ver de nuevo aquel amanecer pensaron que aun sin hacer lo que mas les hacia sentirse realizados era un privilegio ver la luz de un nuevo día y estar vivos.
Seguir haciendo lo que buenamente la vida les dejara hacer pero sin perder la ocasión de vivir aquello que les gustaba, poco a poco sin prisas, día a día y sin ninguna firma que les obligara a nada y les privara de su libertad de vivirla.
Ana saco sus lapices del cajón de su escritorio y comenzó sin ningún miedo a trazar lineas y bocetos de dibujos que tenia en su pensamiento sin pensar que la enfermedad la obligaría a dejar de hacerlo como otras veces a medias y si lo hacia seguro que alguno quedaría terminado el que pudiese acabar seria el que mostraría a los demás.
Marcial comenzó a escribir la biografiá de su vida aquella que le enseñaba que si escribía era que estaba vivo y podía hacerlo.
Por lo cual vive tu vida sin dejar atrás lo que sabes hacer lo hagas bien o mal, guste o no a los demás, siéntete realizado y piensa que si sabes hacer cualquier cosa diferente debes mostrarla al mundo que igual es tu sueño y para ello te han brindado la oportunidad de que así lo muestres.
La nieve de aquellos tejados seguía derritiéndose con los rayos de sol y la luminosidad de aquel amanecer que al verlo diferente había abierto los ojos de los dos hermanos.


© Adelina GN