Un pueblo se avistaba en
las colinas de aquellas montañas nevadas, las casa con sus tejados
blanquecinos por la nieve caída se convertían en regueros de agua
al despuntar los primeros rayos del sol primaveral de aquella
estación que se avecinaba.
Marcial y Ana, vivían en
una de aquellas casas que vistas desde lo lejos parecían un gran
helado de nata. Eran hermanos vivían solos después de la muerte de
sus padres, sus aficiones eran completamente diferentes, aunque sus
destinos siempre estarían unidos gracias al cariño que sus mismos
padres les habían inculcado mientras vivieron juntos.
Marcial estudio su
carrera en la gran ciudad, Ana nunca quiso hacerlo prefirió trabajar
y quiso ser una ama de casa, tener hijos y formar un hogar.
Pero cuando la vida da la
vuelta a todo lo que intentas hacer, es cuando el destino cambia todo
el contenido de la misma.
Aquel día el resplandor
del amanecer les despertó, nunca aquella claridad les había
obligado a abrir los ojos como aquella mañana, parecía algo
sobrehumano y se encontraron preguntándose lo que podía ser en el
salón de la casa.
Por diversas
circunstancias ninguno de los dos hermanos había llegado a lograr
sus objetivos en la vida, pero algo ocurriría que cambiaría para
siempre el curso de la de ambos.
Salieron extrañados a
contemplar dicha luz cuando delante de ellos dos hombres trajeados
les esperaban, pudiera ser que para darles advertencias de aquel
espectacular lienzo pintado de luces ante sus ojos.
Los hombres eran los
directivos de una compañía de seguros especializada en permitir que
después de firmar ciertas clausulas, recogían a todos aquellos que
durante mucho tiempo habían juzgado sus vidas, ellos eran dos de los
elegidos y tan solo tenían veinticuatro horas para decidirse.
Allí mismo delante de su
casa los hombres trajeados se despidieron de los hermanos,
aconsejándoles que entraran en la casa y comenzaran con su
deliberante decisión.
Hasta después de esas
horas de espera no llegarían los que verdaderamente les conducirían
a un mundo mejor y donde podrían puede que tal vez hacer lo que
realmente querían hacer con el tiempo de vida que les quedaba.
Esas fueron las
explicaciones que aquellos hombres dieron a Marcial y a Ana, deberían
encauzar sus ideas para su bien, no optar por el camino mas fácil de
desaparecer, dejarlo todo, partiendo de allí, aunque parte del
comunicado era una alentadora propuesta, que bien hubieran podido
hacer años antes.
Lo primero que Ana
argumento a su hermano Marcial fueron esas palabras, ya que su
hermano estaba decidido a firmar dicho contrato y desaparecer del
pueblo.
Cuando lo que ella no
quería hacer era eso mismo, pensaba y decía que si no lo había
logrado antes ahora cuando ya la vida esta en su recta final lo debía
de hacer.
Ana estaba enferma y
siempre que había comenzado algo para sentirse realizada había sido
truncado por la enfermedad, así que había perdido todas las
esperanzas en que fuese así en ocasiones venideras.
Marcial pensaba de
diferente forma, era mas optimista mas crédulo en el destino y
pensaba que algún día le llegaría el momento de ver su sueño
hecho realidad y pensó que con aquel contrato lo pudiera ver
realizado.
Aquel amanecer los
despertó a los dos de igual forma, no como la vida les había
tratado pero en aquel momento los dos disfrutaron como el resto de
los habitantes del pueblo de su belleza y luminosidad.
Sentados los dos allí
donde siempre lo habían hecho junto a sus padres, los hermanos
hablaban de las condiciones que los misteriosos hombres les habían
dado para pensarse el seguro de vida.
Uno de los apartados daba
miedo al leerlo a la mujer, trataba de estar trabajando con ellos un
año entero haciendo aquello que la persona que se comprometiera le
gustara y fuese su afición mas preciada y con lo que mas disfrutara.
Era tentadora la opción
pero ella pensaba que no lo podría realizar debido a su enfermedad,
por lo que su hermano le hacia ver que si firmaba aquel contrato y se
comprometía a ello, pero solo podía hacer lo que mas le gustaba que
era dibujar solo medio año habría realizado su sueño a medias pero
lo habría hecho y ya nadie le diría que era una fracasada y ella
misma se sentiría bien de haberlo hecho, su enfermedad no debía de
mantenerla nunca lejos de lo que la hacia sentirse bien con ella
misma y a la vez con su vida.
El estaba dispuesto a
lanzarse a la piscina y cumplir su sueño de años que era el de
escribir, firmaría aquel contrato y lo que pasara después le traía
sin cuidado pensaba siempre que no hay que perder ni una oportunidad
que te brinda la vida y que aquella era la mejor, que un año son 365
días y que en el pueden ocurrir muchas cosas tantas que hay que
vivirlos todos con el mayor entusiasmo posible que lo que esta hecho
jamas se puede borrar por el mero hecho de estar realizado.
El destino se había
puesto en tela de juicio para ellos dos y después de vivir tantas
cosas que les habían ocurrido ya era hora de que viviesen los años
que les quedaban haciendo lo que a ellos mismos les gustaba hacer.
Marcial y Ana siguieron
debatiendo lo que el destino les había puesto en el camino sin
ponerse de acuerdo cuando ya la tarde llego y volvieron asomarse a la
ventana viendo que el atardecer también les resultaba diferente.
Era el mismo que todos
los días pero a ellos les parecía totalmente distinto pero no por
que así lo fuese si no por la esperanzadora noticia que habían
recibido horas antes de poder cambiar su vida a un rumbo que a ellos
les satisficiera mas.
Viendo que la noche
estrellada pese a las nubes que querían ocultarlas se cerraba,
volvieron a sentarse debían de tomar una decisión y como en un
juicio comenzaron a defender y acusar sus años pasados para llegar a
un veredicto, el día comenzaría a despuntar pronto teniendo que dar
una respuesta aquellos hombres cuando volviesen.
Marcial mas que acusar
defendía su vida ya que esto ultimo que haría seria la culminación
de ella.
Ana al contrario, la
juzgaba acusándola de haberla hecho enfermar en su juventud y ahora
mas mayor no poder deshacerse de ella, la tendría de por vida.
Al fin y al cabo los dos
estaban vivos y tenían la gran suerte de poder tomar decisiones
sobre ella.
Los dos hermanos quedaron
dormidos en aquel sofá soñando cada uno de ellos lo que seria su
vida si al final firmaban aquel contrato que les permitiría realizar
lo que a ambos mas les gustaba en la vida.
Volvió amanecer el mismo
resplandor les despertó como lo hizo la mañana antes, era una luz
cegadora como celestial pero esta vez no aparecieron aquellos
hombres, ni entonces ni horas después.
Marcial y Ana se
preguntaron mutuamente que habían decidido pero al ver que los
hombres que debían traer el contrato no aparecían decidieron
guardar para ellos cada uno su respuesta.
Cuando la de los dos era
que no hubieran firmado el contrato, que al despertar y ver de nuevo
aquel amanecer pensaron que aun sin hacer lo que mas les hacia
sentirse realizados era un privilegio ver la luz de un nuevo día y
estar vivos.
Seguir haciendo lo que
buenamente la vida les dejara hacer pero sin perder la ocasión de
vivir aquello que les gustaba, poco a poco sin prisas, día a día y
sin ninguna firma que les obligara a nada y les privara de su
libertad de vivirla.
Ana saco sus lapices del
cajón de su escritorio y comenzó sin ningún miedo a trazar lineas
y bocetos de dibujos que tenia en su pensamiento sin pensar que la
enfermedad la obligaría a dejar de hacerlo como otras veces a medias
y si lo hacia seguro que alguno quedaría terminado el que pudiese
acabar seria el que mostraría a los demás.
Marcial comenzó a
escribir la biografiá de su vida aquella que le enseñaba que si
escribía era que estaba vivo y podía hacerlo.
Por lo cual vive tu vida
sin dejar atrás lo que sabes hacer lo hagas bien o mal, guste o no a
los demás, siéntete realizado y piensa que si sabes hacer cualquier
cosa diferente debes mostrarla al mundo que igual es tu sueño y para
ello te han brindado la oportunidad de que así lo muestres.
La nieve de aquellos
tejados seguía derritiéndose con los rayos de sol y la luminosidad
de aquel amanecer que al verlo diferente había abierto los ojos de
los dos hermanos.
© Adelina GN